Una racha liviana de trabajo me dio la comodidad de sentir tan gacho como quise la muerte de un ciclista urbano con el que compartía una de mis vías cotidianas, casi o al grado de depresión; dormí hasta tarde, me resistía a salir de casa y entre mucha resistencia dí otro minúsculo pasito en la transmutación de ese sentir.
Tendrá unos 5 días q supe por una nota de un períodico local, escaneado y posteado n facebook sobre... eso. Aún siento la cabeza algo rara pero no tanto como esa noche de insomnio por la pinche imagen y el rótulo del minibus q indicaba ser de la ruta que tantas veces tomé para llegar a casa y sería raro el/la vecin@ no la hayan utilizado esta semana; ese chingado eco de las palabras n la nota comentando q por hechar carreritas con otro microbusero alguien no respetó la vida de un ciclista.
La noche q este lío empezó dieron las cinco de la mañana y m fastidié de no poder lidiar con el hecho de faltar pocas horas para salir n mi bici y la sensación vomitiva de vulnerabilidad, no quise q llegara más lejos así q encendí la compu y empecé a redactar algo que hacía tantas semanas traía dando vueltas en mi cabeza, un decálogo de observaciones para opedador@s de transporte público en pro de salvaguardar la vida de ciclistas... era más eso la causa del atroz insomnio mío, cuando en manos propias tenemos algo que aportar en beneficio común y anduve pendejeando priorizando casi cualquier cosa menos ese 'proyecto. Por fin dejaré de rodar diciendo: cuando redacte el Decálogo incluiré esto, ah, cierto, ya lo había pensado antes...
El proceso ha sido lento, muy pausado, me peleé buen rato sobre el orden en que debían aparecer las cosas y me quedé con didas, le quise poner como marca de agua el nuevo logo del Consejo Bicicletero, le quise poner la cita completísima del Reglamento en cuestión y casi pretendo mejor investigar en el archivo general de la nación, quise fotocopiarlo y volantearlo, y tardé en cada paso más de un día. Hoy, aún entre desvelos y resistencias, luego de un poco de chamba, no lograba reunir entereza para rodar de nuevo por la Calzada del Hueso, y así de la nada, sin planearlo, se me sale decirle a un colega de trabajo y del pedal q como q quería ir pero como q mejor no y que me responde: -Pos vamonos pa'llá, te acompaño.
Eran como 8 de la noche, al oriente de la Ciudad de México, ayer para ser exactos, mi 'Compaye' haciendo gala del desarrollo de sus habilidades en ciclsimo MTS fue al frente y yo, y yo... yo no sé por qué m daba tanta 'cosa' llegar, pasar por ahí; parecía como un dolor, no sólo como un miedo, sino como algo que duele aunq todo parecía decir q 'no pasó nada'.
Pasamos no sé a cuántos metros del sitio (no he tenido el valor de releer la nota ni de investigar) pero pasé por fin por ahí, por ahí, por donde casi de memoria se hasta donde obras públicas dejaron el pavimento mal planchado, y pasé, así nada más, sabiendo q por ahí hubo sangre q sólo la piel de un ciclista defendía; pasar por ahí sin saber qué estaba sintiendo por rodar donde antes me era tan cotidiano, casi familiar, casi como si fuera parte de mi casa. No sé si ser tan urbana, tan ciclista urbana me había disminuído mucho el temor, el miedo al tránsito vehicular, no sé cómo me había casi hasta 'naturalizado' el miedo a un accidente rodando e incluso a la muerte, y aunq me es tremenda la forma de recordármelo, lo agradezco, para no confiarme nunca imprudentemente.
A estos días tan duros en mi experiencia como ciclista urbana trataré de sacar el provecho de q no me sea taaaannn natural el peligro que llegue a desdeñar lo q he dusfrutado cultivándome: la seguridad al rodar en ciudad. Sé que puedo morir en el baño si piso el jabón o si me como un frijol o una almendra podrida y se me atora el pedazo, pero eso no m facilita esta racha.
Para buena fortuna de mi sentir, no sólo un solidario amigo m apoyó, también recibí muestras de humanidad de los choferes de microbuses q volanteé, incluso uno se ofreció a pegar una copia n las oficinas de su ruta para q más compas suyos puedan leerla; en general, es un momento adecuado pues ellos también están muy reflexivos y empáticos con el chofer implicado en el accidente, un momento adecuado para un diálogo fraterno, desde luego no faltó quien con mucho tacto comentara q también l@s ciclistas podemos ser muy imprudentes
... recuerdo a uno de los choferes mencionando hace rato algo sobre si él se encontrara en esa situación y frenara de golpe, podría resultar en lesiones graves para un puñado de pasajeros en ese instante bajo su responsabilidad. Nunca se m hubiera ocurrido aún 'poniéndome en sus zapatos' tener q elegir entre arrollar a un ciclista o arriesgar a todos los pasajeros 'que llevo'.
En fin, son 1:44, de la madrugada, el día no puede terminar aún, no he cenado, no m he bañado luego de tanto rodar, smog y polvo de las obras viales, pero logré sacar esto y ya me volvío el hambre, el sueño y por lo menos la intención de lidiar con la almohada.
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