Y una última cosa, bailar al rodar… primero subrayo triplemente que hay ALGUNOS lugares y momentos adecuados para ello, así como situaciones que hacen de esto un peligro mortal. Desde luego que no me refiero a bailar la quebradita o un mambo a dos ruedas, jejeje, sino a ese vaivén de: me mueve el ritmo. Hace un tiempo que pensé y repensé que no estaba chido cansarme sólo las piernas, no estaba chido que ese ejercicio no se aprovechara por otros músculos y al descubrir luego del ‘canto rodando’ el ‘se cansan otros músculos si llevo el ritmo’, aproveché sus beneficios, que solos o combinados dan algo más que un trabajo muscular más integral y un aumento en la resistencia física: el buen ánimo… cosa de lo más preciada para desechar el estrés en un espacio para llevar al máximo la delicia del ciclismo urbano.
‘Bailar’ además, me generó de paso otro beneficio: control y dominio de la bici, como un ‘segundo curso’ (ya les mencionaré el primero). El controlar la bici cada vez más es de vital importancia en cuestión de seguridad al dominar mejor las situaciones, con mejores reacciones. Llevar el ritmo movidón, claro que no es la panacea en tanto dominar y controlar la bici, pero en mi experiencia colaboró considerablemente; luego de experimentar y avanzar en ésta peculiar práctica en parques y ciclotones, se volvió cotidiana.
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